Desafíos de comunicación para una persona sorda: Síndrome de la mesa de comedor

Es una situación cotidiana por la que pasan no solo la mayoría de los niñ@s sord@s, sino también jóvenes y adultos sord@s, quienes en el 90% de los casos nacen y crecen con familiares oyentes, oralistas. Situación que padecen al sentarse a la mesa, o en presencia de varias personas, salidas con amigos, fiestas de cumpleaños, eventos laborales o escolares, en momentos cotidianos del día (almuerzo o cena), navidades, etc.

Estas situaciones se dan principalmente en personas sordas y con problemas de audición (sin distinción de edad), cuando se encuentran rodeados de personas oyentes; en el entorno familiar, donde se producen intercambios comunicativos espontáneos al momento de sentarse a la mesa a comer o compartir. Pero… ¿Qué sucede con la persona sorda? Se sienten excluidos, se pierden en el diálogo o no pueden participar de la conversación porque las personas oyentes (pueden ser familiares o amigos) se interrumpen, no respetan turnos (como sí es una costumbre instalada dentro de la COMUNIDAD SORDA), superponiendo conversaciones. Generando malestar, incomodidad, frustración, estrés, enojo. Y las personas sordas y con problemas de audición se retraen, se aíslan. Nadie toma conocimiento de esta persona también presente, con deseo de participar y ser tenido en cuenta. Se vive como una exclusión pasiva.

La conducta que adopta la persona sorda ante este contexto comunicativo, donde no se siente incluido, muchas veces causa malestar en la familia. Porque la persona sorda comienza a aislarse, para evitar molestar a su familia con reiteradas interrupciones porque no entendieron algo o se perdieron alguna parte de la conversación. Y de a poco se van retirando, evitando compartir estos espacios sociales o desarrollan estrategias para “encajar”, como reír cuando los demás ríen, aunque no hubieran comprendido, afirmar o negar basados en su intuición o retirarse con alguna excusa.

¿Qué consecuencias puede traer este síndrome en un niño sordo?

Las consecuencias son tan significativas e importantes que hacen que el niño sordo crezca con menores habilidades lingüísticas y menores conocimientos generales. Si bien el niño puede ir adquiriendo conocimientos a través de la educación formal (escuela) o de la utilización de la LENGUA DE SEÑAS, la comunicación intrafamiliar es insustituible e irremplazable. Y al haber esta incomunicación, hay un sentimiento de desconexión, con lazos familiares más débiles.

¿Cómo fomentar la inclusión de la persona sorda en la mesa, o en reuniones con familiares, amigos o compañeros de trabajo?

En la mayoría de las ocasiones las personas oyentes pueden ignorar a esta persona sorda o con problemas de audición porque siente temor de comunicarse con ellos. Pueden utilizar señales, para poder hacer contacto visual y que pueda realizar lectura labial (en caso de poder hacerlo). Llamar su atención de forma suave, con un leve toque en el hombro para que identifique quién le habla. Es muy importante utilizar gestos (corporales y faciales), ya que éstos brindan valiosa información del contexto comunicativo. Utiliza frases cortas y sencillas. Crear un ambiente facilitador es fundamental: un espacio bien iluminado (facilita la lectura labial), con pocas barreras visuales. Respetando turnos al momento de hablar, para que la persona sorda pueda seguir el hilo de la conversación.

Es fundamenta que su contexto familiar más cercano demuestre interés en aprender un nivel básico de LENGUA DE SEÑAS (en caso de que sea el medio de comunicación que utiliza la persona sorda en casa). Este pequeño, gran paso, hará la diferencia.

Y muy importante… CONSIDERARLO. Comunicarse directamente con la persona sorda y con problemas de audición, sin intermediarios de un tercero (un familiar, un cuidador o acompañante terapéutico). Indague en ¿Cómo prefiere comunicarse, o como se siente más cómodo?, ya que muchas veces no utiliza la LENGUA DE SEÑAS y se comunica de forma oral, más pausado, haciendo lectura de labios. O es una persona que necesita que puedas escribirle lo que deseas comunicar para poder comprender.

Se trata simplemente de crear conciencia, fomentando un sentido de pertenencia para garantizar la inclusión.

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