5 mitos sobre la sordera leve en la escuela

Cuando hablamos de sordera leve ,solo un 18% de los niños sordos tiene adaptaciones en la escuela y, sorprendentemente, ningunos de los niños sordos de 6 a 15 años de edad ha recibido adaptaciones en clase o consideran que deberían haberlas recibido. Aun cuando cuenten con ayudas auditivas, los casos en los que dichas ayudas consiguen una audición normal es realmente anecdótico.

Sin embargo, algunas investigaciones señalan que incluso los grados de sordera más leves tienen efectos en el desarrollo infantil. Aquí veremos una de las investigaciones más interesantes, que desmiente cinco mitos sobre esta idea.

Investigaciones previas señalan que un tipo de sordera mínima causada, por ejemplo, por la simple acumulación de cerumen en el oído medio, podría ser suficiente para que los/as niños/as no desarrollen completamente sus habilidades de aprendizaje y del lenguaje. Así que dos investigadoras de la Missouri State University, en Estados Unidos, revisaron en 2004 cinco mitos alrededor de la denominada “discapacidad auditiva mínima” (una sordera muy leve entre 16 y 26 dB) y los desmintieron con evidencias científicas, como veremos a continuación.

No existe la discapacidad auditiva mínima

La agudeza auditiva normal para niños/as en edad escolar está entre 0 y 15 dB, y se considera que una discapacidad auditiva comienza entre 16 y 26 dB. Sin embargo, este pequeño grado de sordera dificulta la percepción de determinadas consonantes en el habla y otros sonidos del lenguaje fundamentales para su desarrollo verbal, la adquisición de la lectoescritura y, en general, para la adquisición normal de la lengua.

La discapacidad auditiva mínima siempre es detectable

Las sordera leve, entre 16 y 19 dB pueden no ser detectadas mediante evaluaciones rutinarias. En su lugar, hay otros indicadores que pueden alertar de ello, como dificultades de atención, confusión con las instrucciones verbales, problemas de comportamiento o niveles inapropiados de volumen en el habla del niño/a.

Superar una prueba de audición, garantiza no tener dificultades de aprendizaje

Las investigaciones muestran que incluso una discapacidad auditiva mínima tiene el riesgo de que los/as niños/as no reconozcan adecuadamente las consonantes, especialmente en entornos ruidosos o cuando el habla es rápida. Además, puede afectar a las habilidades psicosociales, a la producción del habla, al aprendizaje del lenguaje y al desarrollo de la conciencia fonológica, la cual es muy importante para la lectura y la alfabetización.

La ubicación en el aula no influye si el niño padece de sordera leve

Cuando hay una discapacidad auditiva mínima, a menudo se considera suficiente que el/la alumno/a se siente en la primera fila. Sin embargo, las investigaciones muestran que no es así: en realidad, los/as profesores/as se mueven por el aula, el ruido y la reverberación afectan a la comprensión del habla y los/as niños/as con una mínima sordera se ven más afectados por esta reverberación.

Los programas de prevención de sordera no son necesarios en las escuelas

Se suele creer que las campañas de prevención de la sordera solo son necesarias en la edad adulta o, como muy pronto, en la juventud, no siendo necesarias este tipo de campañas en la edad escolar. Lo cierto es que en la infancia también hay una exposición frecuente a a actividades ruidosas, como conciertos, fuegos artificiales, equipos de música, juguetes, talleres de música en la escuela, etc. Por ello, rara vez se llevan a cabo programas de prevención en la escuela o se usan protectores auditivos en ciertas actividades, lo cual puede acabar produciendo, aunque sea levemente, una sordera.

¿Por qué es importante todo esto?

Las investigaciones evidencian que incluso una sordera muy leve de entre 16 y 26 dB es suficiente para afectar al aprendizaje escolar, a las habilidades psicosociales y al desarrollo del lenguaje. Delegar todo el trabajo en el esfuerzo del niño/a o tomar solo pequeñas medidas como situarle en la primera fila de la clase puede impedir que desarrolle todo su potencial. Incluso la simple acumulación de cera en el oído medio, sin ser tratada durante largo tiempo, podría ser suficiente para que los/as niños/as no desarrollen completamente sus habilidades de aprendizaje y del lenguaje.

Esta situación puede ser análoga a quienes ya cuentan con ayudas auditivas como audífonos o implantes cocleares, haciendo creer que como el/la niño/a “se defiende bien”, no necesita ningún tipo de adaptaciones en el aula. Si bien es cierto que muchos/as niños/as pueden avanzar a lo largo de la escolarización, las consecuencias pueden ser más graves de lo que se piensa y se puede estar limitando su futuro desarrollo.

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